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Entre agosto y septiembre, cuatro grandes tormentas azotaron a Haití, el país más pobre de toda América dejando más de un millón de personas afectadas que quedaron sin hogar y casi mil muertos, situación que ubica a esta nación en una situación ambiental extremadamente crítica por su fragilidad.

La asistencia prestada por la comunidad internacional va destinada a la supervivencia y el refugio básico de la población, sin embargo, el ambiente, fuertemente golpeado, necesita otro tipo de ayuda para sanar sus heridas.

“No creo que podamos estar peor. La nación de Haití debe ser la crisis ambiental más desesperante del planeta”, declaró el coordinador humanitario residente y director del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Joel Boutroue al portal digital Tierramérica.

Aunque todavía hay zonas de desnutrición grave, casi toda la población tiene acceso a agua limpia y sólo unas 3 mil familias carecen de refugio, asegura.

Pero es imposible alimentar por mucho tiempo a un país de 9,5 millones de habitantes en base a la asistencia internacional. Una meta como el autoabastecimiento de la mitad de los alimentos está a años de distancia, devido a la economia según Boutroue.

Haití perdió buena parte de sus suelos fértiles por la erosión que ocasionó la tala de 98% de los bosques para usar la madera como leña. Una tormenta común causa inundaciones devastadoras, porque no hay mecanismos naturales de contención y absorción del agua.

Noventa por ciento de los niños haitianos sufren enfermedades como diarrea, causadas por agua contaminada, porque no hay bosques ni otra vegetación ribereña que filtre y limpie las aguas.

Haití lleva muchos años en crisis ambiental, según numerosos expertos, pero los esfuerzos por mejorar la situación son muy lentos. La clave para restaurar lo que alguna vez fueron selvas y verdes valles es reforestar, construir terrazas para cultivos y canalizar las aguas.

Se trata de la restauración de cuencas hídricas, de altísima prioridad para Haití, pero con muy poco trabajo en el terreno. Insumió tres años iniciar un solo proyecto, se lamenta Boutroue.

“Dos por ciento de la cuenca hídrica de la norteña ciudad de Gonaïves se restauró a un costo de entre dos y tres millones de dólares”, dice Boutroue. Pero las tormentas tropicales que golpearon esa región arrasaron también buena parte del trabajo.

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