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En la noche del 28 de octubre de 1790 un grupo de unos 350 mulatos liderados por Vincent Ogé y Chavannes, manifiesta frente a la Asamblea de Port-au-Prince exigiendo iguales derechos para mulatos y negros. La manifestación es rápida y duramente reprimida con una serie de ejecuciones.

Sus líderes logran escapar a Santo Domingo, pero luego de ser entregados por los españoles, son condenados al suplicio y ejecución pública. En Francia, horrorizados por las noticias de la colonia, deciden otorgar la ciudadanía a un número muy reducido de mulatos muy ricos, lo que agrava aún más la situación pues no satisface ni a los blancos ni a los mulatos.

La tensión surge también entre los pequeños blancos, autodenominados patriotas y los grandes blancos (partidarios de una independencia al estilo de Estados Unidos, que garantizara la continuidad del sistema esclavista).

Los esclavos se rebelan

Todas esas tensiones no permanecen ajenas a los esclavos que ven en ellas la oportunidad de liberarse. El 14 de agosto de 1791 se habría producido en Bois-Cayman una ceremonia del sacerdote vudú Boukman que es considerada por muchos como el punto de partida de la Revolución Haitiana.

El 22 de agosto de 1791 estalla la rebelión en el norte. Dirigidos por Boukman decenas de miles de esclavos se sublevan. No solamente matan a todos los blancos (muy pocos fueron respetados) sino que destruyen las haciendas, que representan el instrumento de la opresión.

Boukman muere en noviembre y su cabeza es exhibida en Le Cap, pero muchos líderes continuarían la lucha y el estado de inseguridad permanecería vigente.

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